martes, 12 de noviembre de 2013

La pornografía y el abuso infantil en Puerto Rico


Alek Pacheco: “La tecnología no para y nosotros tampoco”

El agente de ICE-HSI habló de la alarmante situación en la Isla


Foto: El Nuevo Día
Eran casi las cinco de la tarde cuando llamé a Alek Pacheco.  Estaba esperándolo en las afueras del edificio donde se encuentran algunas de las oficinas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), lugar donde trabaja. “Bajo en un minuto”, me contestó, y así fue.


Con ropa casual y muy relajado, el agente me escoltó hasta su oficina ubicada en el segundo nivel, donde nos sentamos cómodamente.  Nos hizo compañía su agradable personalidad, que logró que la conversación de un tema muy delicado resultara amena. 

Así, y en medio de la tranquilidad que encerraban cuatro paredes, Pacheco habló de su vida y de cómo ha sido la voz defensora de cientos de menores puertorriqueños. 

Un agente al servicio del país

Pacheco se crio en la ciudad capital de Puerto Rico, San Juan,  donde recibió una excelente educación de sus padres y maestros.

Durante su crecimiento, fue su padre la persona a quien admiraba e imitaba lo que modelaba.  “Mi papá fue policía en el Aeropuerto Luis Muñoz Marín y yo admiraba su pasión por servir a los demás”, comentó con orgullo. 

Así mismo Pacheco se visualizó, siendo policía, por lo que completó sus grados de bachillerato y maestría en  Justicia Criminal.

Llegó a Homeland Security Investigations (HSI) a sus 21 años con una posición ‘part-time’.  Luego, aplicó para Agente Especial en Adiestramiento y cuando culminó su bachillerato fue enviado a la Academia de Agente Federal en Glynco, Gerogia.

Tiene 32 años actualmente y es agente especial asignado al Grupo de Explotación Infantil.  “Me dedico a investigar y procesar a ofensores sexuales y personas que cometen crímenes en contra de menores”, dijo acerca de las funciones que realiza como agente.

El orgullo que Pacheco muestra por su profesión es evidente.  Para él, es un honor poder servir a su país, pues también visita a escuelas y a comunidades para ofrecer charlas a grandes y a pequeños acerca del grave problema que enfrenta Puerto Rico.

La pornografía y el abuso infantil en Puerto Rico

Cuando al agente se le preguntó acerca del panorama en el país por la cantidad de casos que se trabajan, respondió con cierto reflejo de frustración.  “Alarmante.  Todos los días nuestra agencia recibe querellas de algún tipo de abuso o agresión cometida contra un menor”, expresó Pacheco.

Las estadísticas son preocupantes.  Según el agente, en el año fiscal 2012 la agencia procesó a 16 individuos por delitos relacionados al abuso o agresión contra un menor.  Durante el año fiscal 2013, que ya cerró, arrestaron a 52 individuos.

“Este año, hasta el día de hoy que solo llevamos un mes corriendo en el año fiscal 2014, ya se han  arrestado a 4 individuos”, añadió.

Si se comparan las estadísticas de los años fiscales 2012 con el 2013, ha habido un incremento de 92% en los casos.

Lo casos más frecuentes, según Pacheco, son la utilización de un menor para producción de pornografía infantil, el transporte del menor para agredirlo sexualmente, seducirlo, entre otros.

Las víctimas suelen ser féminas de escasos recursos.

La ignorancia ante la situación

En cuanto a la sociedad y su conocimiento del tema, Pacheco considera que, aunque hay mucho por recorrer, han adelantado en los últimos 5 años gracias al programa de charlas  que impacta a todo tipo de audiencia, desde jóvenes y padres, hasta iglesias y escuelas.

“Pero sin duda alguna hay que seguir educando porque la tecnología no para y nosotros tampoco podemos parar”, puntualizó.

Aunque muchos padres tienen una idea, “ciertamente ignoran los riesgos y no toman las medidas necesarias para cuidar a los menores”, expresó Pacheco.

En cuanto a los menores, Pacheco describió brevemente la forma en que, por no tener supervisión y por no conocer el peligro, utilizan la Internet sin precaución.  “La gran mayoría se expone a una conducta de alto riesgo.  Aceptan a extraños como sus amigos en las redes sociales, donde también buscan tener exposición”, comentó.

El proceso de investigación

El detonante para que comience una investigación es la querella o el referido hacia la agencia.  Desde entonces, comienzan las entrevistas con los menores y hasta la verificación de cuentas de redes sociales, según Pacheco.  Los hallazgos determinarán el curso a seguir.

“Puede ser obtener evidencia para confirmar el testimonio del menor o hasta aplicar para una orden de allanamiento”, dijo el agente. 

Luego, si se encuentra alguna evidencia, “se consulta el caso con el fiscal y, si se autoriza el arresto, se presenta la acusación ante un magistrado federal y se procede a arrestar el individuo”, añadió.

La sentencia mínima a la que se expone un depredador sexual varía según el delito. “Por ejemplo la posesión de pornografía infantil conlleva un máximo de 10 años en prisión, la producción de pornografía infantil un mínimo de 15 años y la transportación y la seducción un mínimo de 10 años hasta un máximo de vida en prisión”, explicó el agente Pacheco.

Los padres de los menores reaccionan de diferentes formas al concluir con la investigación y de encontrarse causa para arresto contra el agresor.

Es sorprendente la forma en que, según la percepción y la experiencia de Pacheco, reaccionan los progenitores. Desde sorprendidos y devastados, como es de esperarse, hasta indiferentes ante la situación.

Los avances tecnológicos como agravante

A través de los años el problema de pornografía y abuso infantil ha ido evolucionando.  Según el agente especial Alek Pacheco, la tecnología ha facilitado la comisión de este tipo de delitos. 

“Antes la producción de pornografía infantil no se daba tanto porque si le tomabas fotos a un menor, tenías que llevarlas a revelarlas.  Ahora es más fácil.  Puedes guardarla de forma digital en cualquier dispositivo y hasta en los famosos ‘clouds’”, comentó Pacheco.

Añadió también que la producción y tráfico de pornografía infantil comenzó con los inspectores postales “porque antes se transmitía en revistas y por ende se utilizaba el correo tradicional para enviarla”, señaló Pacheco.

El agente, quien tiene tres niñas de 14, 8 y 3 años, exhorta a que padres y familiares tomen medidas de seguridad y prevención con los menores.

“En mi hogar, los celulares no van al cuarto de las menores a la hora de dormir.  No existen contraseñas y en ocasiones entro a las redes sociales y verifico quiénes son los amigos de mi hija mayor, que es la única que tiene cuentas en Internet”, aconseja también Alek.

Asimismo, recomienda la supervisión de todos los aparatos tecnológicos que se le ponen en la mano a los menores.  Es imprescindible que los adultos sepan lo que sus hijos hacen con los dispositivos.

Pacheco aprovechó la oportunidad para enviarles un mensaje a los menores.

“A los menores, si tú no saludas a una persona con un apretón de manos porque no es tu amigo, tampoco lo aceptes en ninguna red social.  Si percibes algo que no te gusta, cuéntaselo a alguien”, exhortó.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Gloria Alfonso: autoridad, libertad y buena vida
Desde Cuba hasta Puerto Rico, esta profesora ha contribuido a la formación de cientos de niños y jóvenes

Foto: Gloria Alfonso durante la entrevista.
Manicura perfecta, cabello corto y negro recién llegado del “beauty”.  Espejuelos justo en la punta de la nariz. Vestido negro con accesorios que combinan con su atuendo de pies a cabeza.  Lo mejor de todo es que no sabe qué es un dolor de cabeza, no va al médico y a sus 80 años está “como coco”. 

Así, y en un área recreativa de su trabajo, me recibió Gloria Alfonso, mujer de vigor, autoridad,  respeto, y profesora de la American Military Academy en Guaynabo.

En ese ambiente en el que solo se escuchaba el sonido del aprendizaje emitido por profesores y estudiantes, Alfonso compartió los momentos más significativos de su vida y aquellos que la mantienen cumpliendo con el deber de la enseñanza.

Desde su nacimiento en 1933 vivió en Remedios, Cuba, específicamente en Las Villas.  En esos campos se crio rodeada del calor de toda su familia. 

Fue fiel devota de María.  Desde pequeña trabajó para la iglesia de su localidad, hasta que las incidencias de la Revolución Cubana, movimiento que provocó la caída de la dictadura de Fulgencio Batista y la llegada al poder de Fidel Castro, penetraron en el ambiente de religiosidad a finales de la década de 1950.

“Mi compañero de trabajo, Emilio, era bien revolucionario, pero el Padre no.  Mataron al Padre, y fue él quien le dio el tiro de gracia. Estaba destruida”, narró Alfonso.  A raíz del trágico evento que marcó su vida, jamás regresó a esa iglesia.

Dentro de los aires cubanos revolucionarios, Gloria se fue a otro campo y se dedicó a su formación como maestra.  Realizó su carrera profesoral en Español  en la Universidad de Santa Clara. 

Aunque era “gusana”, palabra con que designaban a quienes renegaban del régimen de Fidel, y no comunista como todos sus compañeros de trabajo, dirigió el Colegio Maristas y la Escuela de Comercio simultáneamente.  “Estaba acostumbrada a estar en todo”, expresó humildemente.

A raíz del triunfo de la Revolución y con el complicado panorama cubano, sus hermanos llegaron a la otra ala del pájaro: Puerto Rico.  Ella planificaba lo mismo, pero su esposo fue encarcelado tras un comportamiento errático en la granja donde trabajaba.  Así, que se tuvo que divorciar estando embarazada de su segundo hijo y comenzó el proceso.

Gloria llegó a Puerto Rico en el 1971 y jamás ha tenido contacto con Cuba; no quiere saber de Fidel.  “Yo no le doy dinero a Fidel.  Eso es lo que él necesita y yo no se lo voy a dar”, fue lo que contestó cuando se le preguntó sobre su relación actual con su familia y con su país de origen. 

A los dos años llegó su esposo, con quien contrajo matrimonio nuevamente y se establecieron como familia en Carolina, donde reside en la actualidad. 

Revalidó como maestra de Español en la Universidad del Sagrado Corazón, Santurce,  y  realizó su maestría en Consejería en la Universidad de Puerto Rico de Río Piedras.  En lugar de ejercer, decidió aplicar sus nuevos conocimientos en la sala de clase. 

Comenzó a trabajar como profesora de Español en la American Military Academy, donde cambió el rumbo del colegio.  “Era una institución solo para varones, pero como tenía una nena y tenía que estudiar donde yo trabajara, el Coronel Barquín me dijo que le hiciera un uniforme, que él me la iba a aceptar.  Así que mi hija fue la primera niña en estudiar aquí”, contó con un notable agradecimiento. 

Aunque lleva dos años retirada, todavía hace mil y una cosas en “La American”: ofrece la electiva de Artes Manuales y coordina el Programa de Tutorías y el Programa de Servicio Comunitario.  Eso sin contar el listado de labores que realiza.  También forma parte de grupos evangélicos en su comunidad. 


Todo lo hace para ella.  Trabaja por puro placer y para poder viajar a ver a sus tres hijos y nueve nietos, quienes han estudiado en prestigiosas universidades como Perdue y Harvard.  No ve razones para cocinar y prefiere comer en restaurantes.  Como las modas vienen y van, procura tener accesorios y ropa para combinar diariamente.  Ama lo que hace y planifica vivir 80 años más.